viernes, 4 de septiembre de 2015

Aquel que nada es

Toda tensión es la expresión de una distorsión, ya notemos la tensión física, o la psíquica. Ahora, veamos esta afirmación con más en profundidad: Toda tensión que podamos observar en los planos lentos (1-2-3), muestra una distorsión integral del receptor que opera en todos los planos manifestados. Por ello es poco menos que inútil, tratar de enderezar los planos lentos, manteniendo la distorsión en los planos que generan el desdoblamiento. Es decir, sirve de muy poco, por ejemplo, tratar de encontrar una cura química, o psicológica del receptor. Serán simples parches momentáneos que nunca pueden llegar a tratar el tema en profundidad. Para ello, para dar con esa profundidad, hay que permitir que desde los planos más veloces, se opere una verdadera mutación del receptor. Que pueda operar significa, entre otras cosas, que mis planos lentos puedan comprenderlo, sentirlo, y participar en ese proceso. Esto que digo va más allá de cualquier control (o descontrol) de la conducta, o por ejemplo, del simple manejo del arte de la oratoria. No es lo que uno piense, desde alguna teoría, no es una opinión, o cualquier agente externo el que va a ir a la raíz del tema. Según entiendo desde mi vivencia, es el permiso del receptor para que opere el observador más sutil, (aquel que nada es) el que puede dar con la raíz del conflicto, y no, por ejemplo, una simple torsión hecha desde la moral del cuarto plano.

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