domingo, 13 de septiembre de 2015

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Cuando no hay nada que decir, habla el silencio. 

Parece tan poético, que esto oculta lo práctico.

Veamos entonces, más cuadro a cuadro: 
Cuando el receptor, la personalidad, los marcadores ya no tienen nada que decir entonces, habla el silencio. En este momento, cuando intento explicar lo que siento, no me imagino ninguna imagen que pueda abarcar el silencio y el sonido, la nada y el todo. No quiero irme por esas ramas tan alucinantes para la mente. Lo práctico es que ambas pueden convivir para nuestra percepción. ¿Cómo puede ser esto posible? Lo que sucede es que la percepción es multidimensional. Y esto es nada más que empezar esta zona de la consciencia, que no está sujeta a los marcadores del doctor Hamer. Es decir, el pensamiento como lo conocemos habitualmente, funciona en forma unidimensional. Mientras tanto, si salgo fuera de los confines de esta forma de pensamiento a la que estoy acostumbrado, puedo ser consciente hasta del silencio que está más allá del ruido. Cuando observamos este silencio, no es necesario acallar la mente, pues la percepción puede ir más allá de la misma distorsión, sin mediar esfuerzo.Y si hay un esfuerzo, estás operando desde los programas, dentro de los límites que ya conoces.

No es necesario aquel silencio energético que sugería la meditación, más bien es un silencio lógico, el que siempre habita en el instante.

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