sábado, 22 de agosto de 2015

La Lógica y la Energía

Vamos a ver esta película desde la nada. Olvidando los trailers y comentarios previos. Llegamos a la ciudad del Ser para ver una película que va de las diferencias entre la lógica y la solución energética.

En las primeras escenas ya entiendo que las soluciones energéticas están supliendo a las lógicas, “llenando los huecos” allí donde falla la lógica desde donde estoy interpretando la realidad. Falla, comete error, es escasa, incompleta, o inmadura, es poco inteligente, o genera enfermedad. Allí donde siento esa escasez, pongo un parche de energía, que me permita seguir operando en la realidad. Ejemplos varios y de todo tipo. Necesito dinero, busco un empleo, ya sea adecuado o no tanto. Tengo tos, me tomo un medicamento para poder seguir en “alerta-percepción”. No obstante, no cambio la lógica, vale decir desde dónde, el modo, la expresión del pensamiento con que está impregnado esa realidad. Supongamos que estamos jugando al ajedrez. La solución energética sería una fórmula conocida, o bien, operar desde una creencia que, ora supongamos, debería ser de alta gama, como en todo deporte, y otrora la imaginemos viciada con presupuestos de desvalorizaciones. Si mi solución es efectiva o no, eso va a determinar el esfuerzo que hago para sostener la distorsión de mi lógica.

Buen momento para tener en cuenta que la lógica original va mucho más allá de ser un simple parche. En cambio, es la renovación de aquello que presentaba problema. Un nuevo modelo, no un arreglo. Por supuesto, que hay una expresión de la lógica que puede ser cada vez más perfecta. Pero, atención con las actitudes idealistas, que suelen suplir a la verdadera lógica, es decir, aquella transformación de la lógica necesaria para que se produzca una verdadera mutación del receptor, como ya hemos visto. En el idealismo podría detenernos un largo rato, para descubrir grandes cristalizaciones del juicio. Pero lo dejemos para otro momento…

En lo práctico, lo que digo, se presenta de forma más elemental: se trata decidir dónde empleo mi tiempo, si en la solución energética y conocida, o en permitir que se opere un cambio lógico hacia lo desconocido, en mi receptor psicofísico.


Como ya hemos dicho muchas veces: el planteo es elegir entre el simple cambio y la real transformación.

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