jueves, 6 de agosto de 2015

Las contradicciones del confort

Nos decimos que queremos transformar nuestra realidad, nuestra forma de vida, pero no queremos arriesgarnos a perder “nuestro estándar de vida”, como lo solemos llamar. Creemos que “si nos portamos bien” el universo nos debe proveer, sin que nosotros tengamos que cambiar nada, sin sentirnos incómodos por ser más “pobres”. Entonces, empiezan las contradicciones. Me endeudo, o trabajo de más, para poderlo luego, de hecho, malgastarlo en substitutos que ni siguieran mi apetecen. La lista puede ser infinita: cine, vacaciones, hacer todo aquello que supongo me da placer. Y todo esto, perdiendo la ubicuidad no sólo de lo económico, sino también priorizando y sosteniendo observadores que “me aseguran” que aquello valores de los que me dará satisfacción. Tampoco se trata de huir de ellos, simplemente por un ideal de austeridad, sino de no ser esclavo de estos valores, que en realidad, son la base en la que malgasto tiempo y dinero. Uno muy conocido, es trabajar todo el año, para poder pasar dos o tres semanas, en una zona que me han convencido que es muy linda. La contradicción no termina en el esfuerzo por lograr costearme esas vacaciones en el paraíso, sino que en realidad el paraíso no lo disfruto.


Cambio de mirada. Díptico.
Ponerse disponible a lo desconocido, a que opere lo más sutil de la consciencia en nuestras estructuras y realidad, estar dispuesto a ello, es algo sin condiciones o validando creencias que alimenten aquello que en realidad no nos hace falta.

Creemos que nos falta tiempo, sin embargo, cuando logramos soltar las falsas creencias, que el tiempo nos sobra. Y lejos de alejarnos de lo cómodo, es lo más cómodo, en realidad, mucho más que el supuesto confort.

/Confort
3 16 14 7 16 19 21= 88

El verdadero confort es la torsión que nos sugieren los ochos, que sólo convergen en un punto. Nuestro verdadero lugar, está en el centro. Pero, dos ochos, también nos sugiere el yin y el yang.  


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